Nuestro sistema educativo actual se basa en la enseñanza de conceptos e información. Dicho sistema surgió allá a finales del siglo XVIII en la Revolución Industrial; en aquella época era importante que la sociedad adquiriera cantidades ingentes de información debido a la imposibilidad de acceder a ella con facilidad y al estilo de trabajo y producción: en cadena y repetitivo.
Pero actualmente en el siglo XXI, por suerte, aunque el modelo de enseñanza ha variado (como es lógico), no deja de tener sus raíces en aquella época. Pero hay muchas diferencias entre la sociedad actual y aquella de la Revolución Industrial, por ejemplo, toda la información que hoy día se imparte la tenemos al alcance de nuestra mano y a escasos segundos con tan solo desbloquear nuestro teléfono móvil, asimismo, el estilo de trabajo y producción no es como en aquel entonces, hoy en día se premia por mucho la creatividad y el ser bueno en algo; eso de repetir y producir en cadena pasó de moda hace mucho, las máquinas lo hacen mejor que los humanos... y no se quejan.
¿Adónde queremos llegar con todo esto?
Hay muchos motivos más por los que el sistema educativo actual no encaja en la sociedad de hoy en día, pero tenemos que abrir los ojos, la gente debe conocer la situación y entender que el cambio es necesario, sin concienciación y con desconocimiento esto es imposible.
La educación debe comenzar a ser valorada con respecto a la importancia real que tiene. De ahí nacen nuestros médicos, abogados, constructores, trabajadores del campo, políticos, maestros... Una educación competente conduce inevitablemente a un país competente, con gente formada acorde a las exigencias de su época (no a las de hace un par de siglos o tres) y, lo más importante, una educación de verdad desemboca en una población feliz.
Porque... ¿qué niño o adolescente es totalmente feliz estudiando en el sistema educativo actual?
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